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Hay gente que va a la playa y solo ve un cenicero

OPINIÓN |  

Las playas no son el cenicero de sus casas, para ellos son ceniceros públicos

Imagino una localización en el mapa, o una recomendación de mi vecino, o de una compañera del trabajo, animándome a visitar la Playa de la Colillas o a veranear en Costa Ceniza. ¿Puedes imaginarte esta situación?

No nos enteramos (mejor dicho, no queremos enterarnos) del fastidio que supone contemplar playas plagadas de barritas tóxicas chupadas y arrugadas por sus propietarios y abandonadas a la suerte, semienterradas en la arena, esa que palpas con la planta de tus pies para el deleite que nos brinda la ocasión de acudir a ella en periodos vacacionales, hasta que notas como una puñetera colilla se te ha quedado sujetada por tus dedos del pie, mientras buscabas un lugar de la orilla donde colocar la toalla para instalar tu campamento base. O ese glorioso momento en que te das el chapuzón matutino, nadando feliz, hasta que ves amenazado tu placer al ver flotar una colilla junto a tu rostro bañado de agua salada y asco.

Hay gente que va a la playa y solo ve un cenicero. Es su cenicero público. "Qué más da, la playa es muy grande, por una colilla no pasa nada", la frases estúpidas que campan sobre las mentes de fumadores a los que les importa un bledo que otro se tope con su mierda depositada en un lugar tan directamente conectado con el mar.

Yo también soy fumador, oiga. Y ya siento bastante rechazo a fumar en un área que a pesar de ser amplia, se encuentra muy habitada por otras muchas personas por metro cuadrado, donde quizás ellas no quieran tragarse el humo que yo exhalo, por eso procuro alejarme varios metros de las líneas de combate. Soy fumador y soy consciente de que entre la libertad de fumar y no fumar en un lugar público, el que molesta soy yo. Es irrefutable.
Es muy sencillo evitar ensuciar la playa con los cigarros apagados, muy, muy, pero que muy sencillo.

Llévese usted un buen trozo de papel de aluminio consigo, cabe en su riñonera, en su bolso, incluso puede usted portarlo en la mano hecho un pelota y desenvolverlo tras su deleite tóxico para apagar el cigarro en el y guardarlo dentro.



He pasado unos días de vacaciones en una playa de Huelva. En uno de los días que disfrutaba de sol y baño, vi como una tipa se acercaba sinuosamente a la orilla, con su cigarrillo en la mano. Qué cosas, se le ha ido a antojar fumarse el cigarro justo cuando le apetece meterse en el agua. Sin delicadeza alguna, la tipa se metió en el agua con el cigarrillo, quería terminárselo con las olas ya a la altura de su cintura. Fumando fresquita, pensaría la iluminada. Indignado, me giro alzando una mirada para otear el paisaje. Dos segundos más tarde giré de nuevo para mirarla y oh la la! El cigarro ya no estaba! Lo había tirado al agua. Lo habría hundido así despistadamente sin que nadie se diera cuenta.
Una preciosidad que me tuve que zampar. A tomar por culo toda la gente de la playa, si a ella se le pone en su coño que quiere fumar en el agua, pues fuma y nos jodemos todos.


Hay ayuntamientos de ciudades costeras que ha comenzado a concienciar a los bañistas fumadores a base de proporcionar ceniceros portátiles. Es una buena iniciativa de cara a no tomar ninguna. Pero me sigue sorprendiendo cómo de aborregados estamos, para que necesitemos que nos sirvan en bandeja y de manera gratuita la solución a nuestro antojo fumador.

No nos enteramos de que las colillas producen serios problemas ambientales. Además de la contaminación visual, los filtros (compuestos de acetato de celulosa) dispersos en las zonas costeras impactan sobre la calidad del área, modificando su valor ecológico.

No nos enteramos de que una sola colilla puede contaminar 10 litros de agua y tarda toda una década en degradarse en el mar, y hasta 50 litros si se trata de agua dulce, y su ingesta puede ser una causa de mortalidad directa en aves y cetáceos.

No nos enteramos de que la mayor parte de los residuos que se acumulan en la arena de las playas son colillas de cigarrillos (30,6 %), casi tanto como plásticos (36,8 %).

Al final, esto va a ser motivo para que se prohíba fumar en las playas, cuando yo mismo no estoy muy a favor de prohibirlo todo. Pero como no nos enteramos de que somos unos puñeteros cerdos, no habrá más que solucionarlo de esta manera. 


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