Header Ads

Rosalía hasta en la sopa

OPINIÓN |

El fenómeno Rosalía está produciendo la empachera clásica de muchos, por la que una artista tiene que pagar el afán depredador de productores y managers que han afilado sus carteras para llenarlas de billetes como llenan nuestros días con sus promos.
El caso más frecuente suele ser el de haber oído o leído su nombre,  o visto su foto en casi todas partes. Día sí y día también está en la prensa, en las noticias, en las redes sociales, en la radio, en boca de conocidos, y así.

Reverbera con tal frecuencia que ese hartazgo se produce antes de haberla escuchado.
Y aleatoriamente un día, la aborreces, porque nos la han metido con calzador por las orejas y tenemos Rosalía hasta en la sopa. Sin embargo hemos de tener en cuenta que, este efecto ocasionado (minoritariamente), no es culpa de ella. Rosalía tiene 25 años, es una artista de vocación, tuvo su deseo de dedicarse a la música con la misma legitimidad que cualquier persona del mundo con tablas en el arte de la música. Ella, simplemente está aprovechando su momento. La suerte (aunque injusta, también es la que cada uno se trabaja) ha llamado a su puerta, y ella ha hecho las maletas.

No he dedicado apenas tiempo a escuchar sus canciones, por lo que no entraré a dar una opinión musical más de lo que sé: canta bien. Pero a decir verdad, no es preciso que deba escuchar toda su joven obra, ni tampoco que entre valorar las cualidades de sus creaciones, para tener una visión clara de que el fenómeno de empachera que se está produciendo, es responsabilidad de los que se han empeñado a catapultarla, pero no de ella.
Dar oportunidades a los artistas para ser lanzados a un estatus superior es algo que hasta yo personalmente defiendo. Sin embargo, también creo en otro modo de promocionar a los diamantes en bruto de la música, que no sea el clásico camino de hienas ansiosas del managment deseando hacer caja demostrando su poderío económico para hacer que el nombre de Rosalía sea con lo que te levantas y con lo que te acuestas.

Una sola página del diario 20minutos contiene hasta 10 noticias a la vez dedicadas a Rosalía



Muchos pueden pensar que esto es relativo, que el éxito llama a la fama, y a la fama acuden todos los medios de comunicación que trabajan por estar en la cumbre de la rabiosa actualidad. No lo dudo, pero sí que dudo que muchos sepan que esa gestión invisible se cuece también en los despachos. El éxito también se financia. Cuando se pone pasta gansa sobre la mesa, puedes colocar en las portadas a quien quieras, y en la radio, y puedes concertar entrevistas en platós de programas de primetime. Es algo recíproco, financian apariciones en público en importantes medios de comunicación y el resto de micrófonos ya vienen solos.
Y esto, explotado a un nivel exacerbado, es lo que hace que muchos comiencen a sentir cierto rechazo a un artista que ni siquiera han escuchado.

No es nada nuevo, lo sabemos. La promoción de artistas fue una especialidad del marketing musical desde la segunda mitad del siglo XX. Nuestras bandas de rock también fueron promocionas con gran magnitud, era el modo de llegar a la otra punta del mundo. Pero sí estaría bien contemplar qué es lo que diferencia la publicidad del pasado a la de ahora. Y es que es obvio que la aceleración de la tecnología y el avance digital nos ha hecho plantarnos un siglo XXI hiper-comunicado (para bien y para mal). Hablo de la vorágine publicitaria de la urbe, la televisión, la prensa, y este potentísimo aparato que hemos adosado a nuestras manos las 24 horas del día. Los soportes de la publicidad se han multiplicado como gremlins, y son mucho más potentes que antes. El bombardeo de la publicidad es sistemático, y quien más escaparates tenga comprados, gana.

Es difícil a día de hoy no saber quién es Rosalía. Su campaña es un éxito. Tus amigas y amigos hablan de ella en tus redes sociales, pero es que nuestras redes sociales son una extensión de los medios de comunicación, por si no nos habíamos dado cuenta ya.
El fenómeno también pasó con Bisbal (y perdón porque no pretendo comparar su estilo con el de Rosalía), o mejor dicho, con OT. Y con una buena lista de artistas que nos metieron por los ojos hasta la saciedad.

Soy partidario de otra manera de hacer las cosas. Bueno, no soy manager, ni productor, ni soy rico. Así que no puedo intervenir en ese plano elevado de gente poderosa. Más bien soy receptor, y ahí solo me queda aguantar el chaparrón promocional de una cantante hasta que me hagan odiarla, sin que ella lo merezca.





Con la tecnología de Blogger.