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A la hoguera

OFF JOKES | OPINIÓN |

Por Satirinás

A todos aquellos que anhelan la cadena perpetua para España (y no se dan cuenta de que ya está instaurada), ¿por qué quedarnos ahí? ¡Ya que hemos decidido libremente una sociedad punitiva, vamos a darle otra vuelta de tuerca para que no quede entre nosotros ningún impío!



¿Por qué tener encerrado a alguien que ha matado? ¿Por qué no aplicar directamente el Thalion? ¡Instauremos la pena de muerte! Seamos sinceros con nosotros mismos, si 40 años no van a devolver a sus familias los seres queridos asesinados, estar toda su vida en la cárcel tampoco, así que dejémonos llevar por el odio y apliquemos el ojo por ojo.

Pero llegados a este punto, no paremos ahí, cambiemos radicalmente el, supuesto, modelo “reisnertivo” que tenemos, en lugar de intentar mejorar sus muchos fallos, a un modelo puramente punitivo.

A nuestros queridos políticos que meten alegremente las manos en las arcas públicas,
¡cortémoselas públicamente! A los corruptos, corrompámoslos a golpes hasta reducirlos a un estado molecular. A aquellos legisladores que manufacturan leyes a su medida para enriquecerse maquiavélicamente, realicémosle una “cerebroectomía” para que dejen de maquinar en beneficio propio.

Pero ¿por qué pararnos aquí? Sigamos. A los curas pederastas, y al resto de pederastas en sí, démosle por el culo con un manubrio tan obsceno que los destroce visceralmente hasta que mueran desangrados de la manera más horrible, y por supuesto, neguémosle la atención sanitaria (que no vamos a gastar recursos en salvar la vida de malhechores).

Cuando un crimen sea realizado por una minoría, señalémoslos a todos, quememos sus casas y matémoslos para mandar un mensaje universal de que no son bien recibidos en este país que pasará a llamarse “Punishtan”.

Cuando alguien haga un chiste que nos ofenda, atémosle a una silla para escuchar en bucle por el resto de su vida los grandes éxitos de “la Pedroche”. 

Cuando un currela, que sea por la razón que sea, haga un trabajo “sin factura”, hagámosle dar por el resto de su vida la integridad de su sueldo en impuestos. Al igual que para quién no lo denuncia al aceptarla.

Cuando un adolescente, o no tan adolescente, se descargue una película, obliguémosle a sufragar el resto de super producciones de Hollywood de por vida. Ídem para la música.

Fletemos una nave espacial para todos esos artistas críticos con el sistema, mayor o menormente acertados, con el oxígeno imprescindible para llegar al espacio exterior.

Prohibamos el mal gusto en todas sus expresiones artísticas, y ¿por qué no? También en las banales. Echemos a patadas a esos que no saben conjuntar la ropa (creo que tampoco hay que empalarlos, pero llegados al punto, ¿qué mas daría?)

Cuando ese católico de bien que no hace más que retwittear mensajes del Papa, pidiendo la misericordia cristiana y la paz mundial pero seguidamente continúe esa cadena xenófoba, racista, o pida una pena de muerte, cortémosle la lengua y las manos para que no pueda volver a ser hipócrita, o mejor aun llevémoslo a la hoguera directamente como haría la santa inquisición. 

A los periodistas que corren tanto para dar una primicia que no se paran a contrastar sus fuentes mandémoslos al frente de guerra para que empiecen a correr por salvar su vida. 

A aquellos que priman su beneficio económico sobre el bienestar de sus conciudadanos enterrémoslos en vida en su riqueza para que mueran asfixiados por su avaricia. 

A todos aquellos que han cometido una ilegalidad o un error en su vida, no le hagamos recapacitar sobre ellos, no intentemos, ni por asomo, reeducarlos y/o reinsertarlos, castiguémoslo de la peor manera imaginable, guiados por el sentimiento de venganza que nos inunda. Quizás no encontremos la justicia, pero viviremos en un país privilegiado dónde no habrá ningún tipo de delitos o inmoralidades porque todos estarán en la cárcel, exiliados o muertos. 

Un país en el que sólo viviremos Rafa Hernando y un servidor… Mejor dicho un país dónde sólo vivirá Rafa Hernando porque yo me exiliaría voluntariamente por no ser tan honrado como para poder vivir aquí (y en el caso de serlo no podría vivir con él como única compañía).


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